La semana pasada, por la tarde, fui al hipermercado a comprar algunas cosas que necesitaba en casa. Me llamó la atención ver a varias personas que aún llevaban puestas sus pijamas: algunas llamativas, otras cutres y unas pocas, incluso, interesantes. Si bien es cierto que esta forma de vestir se popularizó durante la pandemia —cuando las circunstancias lo justificaban—, hoy en día parece más un signo de desidia que un acto de rebeldía.
Existe una tendencia conocida como NBN, abreviación de Netflix-Baguette-Netflix. Surgió en París en 2020, cuando muchos tíos hacían una pausa en sus maratones de streaming para salir rápidamente a comprar pan, y luego retomaban el capítulo donde lo habían dejado. Esta moda se ha extendido a ciudades como Londres, Barcelona, Toronto, Pekín, Miami y Nueva York.
Curiosamente, no solo se trata de una costumbre adoptada por gilipollas comunes, sino también por celebridades como Selena Gómez, Sarah Jessica Parker o Rihanna, quienes han cambiado la ropa de calle por prendas de cama. Desde luego, no lo hacen con cualquier pijama: aprovechan la ocasión para imponer estilo, luciendo piezas de diseñador, perfectamente maquilladas y peinadas.
Vale la pena destacar que las propuestas más recientes de street style en las pasarelas internacionales apuestan por la versatilidad: prendas pensadas para lucirse en cualquier ocasión, evento y hora del día. Telas elegantes, estampados como las rayas y cortes definidos, con detalles como cinturillas marcadas, bajo firmas como Dolce & Gabbana, Louis Vuitton o Calvin Klein.
Y no, no hablamos de pijamas tipo mameluco, disfraces, con estampados en 3D o prendas que parecen a punto de desgarrarse, sucias o descoloridas. Eso no es moda, es simplemente descuido. Tampoco podemos olvidar los pijamas “atrevidos”, ceñidos o semitransparentes, más apropiados para lo íntimo que para lo urbano.
Expertos en moda y etiqueta social atribuyen este fenómeno a factores como la pereza, el agotamiento, el esnobismo o la indiferencia. “Pisar la calle en pijama es un indicador de cansancio, pero también de la apatía que caracteriza a la sociedad actual”, señala Miguel del Amo, profesor de protocolo y etiqueta. “Hoy en día, te pongas lo que te pongas, nadie se entera. La gente ya no se observa por la calle, y menos en las grandes ciudades. No es una moda, es un reflejo de la indiferencia”, concluye. *
Vivimos en una época en la que parece que “todo se vale”. Sin embargo, esta noción choca con la realidad cuando ciertos lugares niegan la entrada a quienes no cumplen con un mínimo de formalidad en su atuendo. Esto suele generar indignación en algunos subnormales, que argumentan que se les coarta su libertad de vestir.
En México, un ejemplo claro de esta tendencia lo protagonizó el pugilista tapatío Saúl “Canelo” Álvarez, quien, tras ganar su pelea contra Jermell Charlo, fue captado asistiendo a una presentación del artista urbano Joel De La P. En los videos, se observa al campeón disfrutando del show en vivo de los creadores del tema viral “Dembow bélico”. Lo que más llamó la atención —más allá del evento— fue su atuendo: una pijama de diseñador italiano, con un valor estimado entre 4,000 y 6,000 dólares, según diversos medios de comunicación.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Ustedes han salido en pijama? ¿La suya es de diseñador como la del Canelo Álvarez o más sencilla? ¿Lo harían por flojera, comodidad, por estilo o por moda?
* EFE – Agencia de noticias.