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Obesidad: uno de los mayores retos en la salud pública del siglo XXI

La obesidad es una enfermedad compleja que consiste en un exceso de grasa corporal.  No se trata únicamente de un problema estético, sino de un problema médico que aumenta el riesgo para muchas otras enfermedades y problemas de salud, como la diabetes tipo 2, las cardiopatías, puede afectar la salud ósea, la reproducción y sin duda aumenta el riesgo de que aparezcan determinados tipos de cáncer.  

Algunas cifras interesantes dadas por la Organización Mundial de la Salud OMS son: 

  • En 2022, una de cada ocho personas en el mundo son obesas.
  • Desde 1990, la obesidad se ha duplicado entre los adultos y se ha cuatriplicado entre los adolescentes. 
  • En 2022, 2500 millones de adultos de 18 años o más tenían o tienen sobrepeso.
  • En 2022, 37 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso. 
  • En 2025, se espera que haya 4005 millones de personas con sobrepeso y obesidad a nivel mundial (según estimaciones de revistas) 
  • Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2022, más del 70% de los adultos tiene obesidad y alrededor del 35% de los niños y adolescentes. 

Estas cifras bastante alarmantes y, lo que es más preocupante, continúan creciendo de manera exponencial. 

Esta alta prevalencia, sobre todo en México se debe a una combinación de factores, incluyendo la fácil disponibilidad de alimentos procesados y bebidas azucaradas, la falta de actividad física, la influencia publicitaria de la industria alimentaria, cambios en los patrones de alimentación debido a la vida tan acelerada que estamos enfrentando. Factores individuales como el conocimiento, las conductas y el entorno, juegan un papel fundamental.

El diagnóstico del sobrepeso y la obesidad se efectúa midiendo el peso y la estatura de las personas y calculando el índice de masa corporal IMC: peso (kg)/ estatura al cuadrado (m2). Este índice es un indicador indirecto de la cantidad de grasa corporal. Además, existen otras mediciones adicionales, como el perímetro de la cintura, relación cintura-cadera, pliegues, basculas de composición corporal que nos dan datos sobre cantidad de grasa en el cuerpo, son otros parámetros que nos pueden ayudar a diagnosticar la obesidad. 

La OMS define el sobrepeso y la obesidad en adultos de la siguiente manera: 

  • Sobrepeso: IMC igual o superior a 25
  • Obesidad: IMC igual o superior a 30

En el caso niños y adolescentes, se utilizan gráficas y tablas de crecimiento específicas.

La obesidad es la consecuencia de un desequilibrio entre la ingesta calórica (alimentación) y el gasto calórico (actividad física); es decir, comemos más de lo que nos movemos! 

En la mayoría de los casos, la obesidad es considera una enfermedad multifactorial provocada por un entorno obesogénico, con factores psicosociales y algunas variantes genéticas. 

Los riesgos de la obesidad para la salud están cada vez mejor documentados y estudiados. Se estima que, en el 2019, la obesidad causó 5millones de muertes por enfermedades cardiovasculares, la diabetes, cáncer, trastornos neurológicos, enfermedades respiratorias crónicas y/o trastornos digestivos.  En niños, la afectación es de manera inmediata sobre su salud, así como también tiene consecuencias psicosociales, afectando su rendimiento escolar y de madurez. 

Entre los principales factores influyentes en la obesidad se encuentran:

  • Hábitos alimentarios poco saludables: más calorías de las que usan, alimentos con demasiadas grasas saturadas, alimentos con alto contenido de azúcar. 
  • No tener suficientes horas de sueño de calidad
  • Demasiado estrés
  • Afecciones médicas y medicamentos 

Conscientes de la gravedad de esta enfermedad, es fundamental adoptar medidas preventivas, tales como:

  1. Hacer mejores elecciones de nuestros alimentos: escogiendo más verduras y frutas,  y no alimentos procesados, ni ultraprocesados, evitar alimentos grasos, evitar la sal, evitar azúcar y sustitutos de azúcar en todas sus variedades. No consumir refrescos y bebidas dulces, alcohol. 
  2. Hacer actividad física con regularidad, y a esto nos referimos por lo menos 45 minutos al día, por lo menos 5 días a la semana. 
  3. Mejorar la calidad de sueño, durmiendo por lo menos ocho horas al día, continuas, en la noche para favorecer así la normalidad de nuestro ciclo circadiano.
  4. Actividades recreativas y si es posible al aire libre, para así mejorar y disminuir el estrés de situaciones de la vida diaria. 
  5. Realizar check up anual, para poder conocer el funcionamiento de nuestro cuerpo.  

En próximas publicaciones, profundizaré sobre estrategias específicas para prevenir y tratar esta enfermedad. 

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