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Mis hermanos, un privilegio

La sociedad y los núcleos familiares han tenido grandes cambios en las últimas décadas, sin embargo, en México, prevalecen de forma importante aquellos hogares denominados nucleares, que están formados por el papá, la mamá y los hijos, o sólo la mamá o el papá con hijos. También se considera un hogar nuclear a una pareja que vive en el mismo hogar y no tiene hijos. Este tipo de hogar fue el que tuve. Cuando mis padres llegaron a Aguascalientes, no contaban con familiares ni amigos que pudieran brindarles apoyo en su vida.

Mi padre Miguel, es originario de la Ciudad de México, y mi madre, María Teresa, proviene de Durango, conocida como la tierra del centauro del Norte y las mejores manzanas del país. Llegaron a tierras hidrocálidas debido a cuestiones de trabajo, trayendo consigo a mi hermano mayor, Miguel Ángel, quien es el primogénito de un total de tres hijos, todos varones con nombres importantes como Marco Antonio y Julio Cesar, que modestamente honramos llevar.

La vida en mi hogar se centró en mis padres y hermanos, ya que, al no tener familiares cercanos, desarrollamos un vínculo muy fuerte entre mis hermanos Miguel y Marco. Esto nos permitió interactuar y desarrollar afinidad entre nosotros.

Una primera compresión de familia que tuvimos como hermanos, era bajo la noción de ser cinco los integrantes, ya que la interacción con otros familiares que no vivían con nosotros era escasa y esporádica. Esto fortaleció nuestras relaciones afectivas.

Aunque en mi hogar no hubo una distinción ni favoritismo hacia el primogénito, he visto a mi hermano mayor Miguel como una persona con quien siempre podía compartir cosas, como el cuidado de lo que ahora llamaremos cariñosamente “chiti”, un apodo que mi madre le puso con afecto, a mi hermano menor. Compartimos el interés por el deporte, especialmente el baloncesto, que practicamos desde nuestra niñez, lo que fortaleció aún más nuestro vinculo de hermandad y nos brindó innumerables anécdotas que recordamos con cariño.

Recuerdo un momento especial con mis hermanos cuando compartíamos la televisión. Cuando había un programa que nos gustaba, cerrábamos cortinas y la puerta para que estuviera obscuro y pudiéramos ver nuestra caricatura favorita o ver jugar a Michael Jordan en un ambiente de complicidad y emoción

Miguel fue el primero en casarse, y tuve la suerte de acompañarlo en su matrimonio y en sus grandes momentos, como el nacimiento de sus dos fabulosos hijos, festejos familiares, y torneos de básquet. También compartimos con sus amigos; él estuvo en mi boda, brindándome su apoyo incondicional en diversas situaciones.

En el ámbito expresivo-emocional, nos tocó platicar y darnos cuenta de que al final, como hombres, compartimos roles y acciones que nos ponen en igualdad para entender, desde un mismo contexto un sistema de seguridad que nos formamos como hermanos.

Hoy, 18 de agosto, es un día que tengo presente en mi memoria. Siempre le doy los buenos días y las buenas noches a Miguel, gracias a una fotografía que tengo a un costado de mi cuarto y que siempre lo hace presente. Aunque lo extraño mucho, me ha dejado dos grandes personas suyas: sus hijos, quien hacen de mi vida algo extraordinario.

Mi familia, padres y hermanos, despiertan en mi un sentido de pertenencia muy importante y los siento como algo que es solo para mí. Sin embargo, su carisma y apertura han permitido que tengan grandes amigos que los estiman, y he tenido el placer de compartir grandes momentos con ellos.

Aunque mi hermano mayor ya no está físicamente con nosotros, sigue presente en mi vida y, lo que es más importante, en el recuerdo de las personas que lo conocieron. Del mismo modo, me siento afortunado de contar con mi hermano menor, a quien admiro por su trayectoria profesional, su carácter y su sensibilidad hacia los demás.

En conclusión, los hermanos trascienden el lazo de sangre y se convierten en algo más que simples familiares; se convierten en los primeros y más cercanos compañeros de vida. Tener un hermano o hermana significa tener un aliado de por vida, alguien con quien compartir penas y alegrías. Los hermanos son nuestras primeras relaciones con iguales, donde aprendemos a compartir, a relacionarnos socialmente y adquirimos habilidades emocionales que nos acompañarán siempre.

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Fátima Medina

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