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Impactando los derechos humanos

Este mes de agosto se cumplen 78 años de que fueron lanzadas las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, cuando Estados Unidos de Norteamérica intentaba condicionar a Japón para que se rindiera, pues luego de que dicho país bombardeara Pearl Harbor y tras la derrota nazi, Japón continuaba sin rendirse a pesar de que ya se había hablado de Paz Mundial en la conferencia de Postdam.

El 6 de agosto de 1945 fue lanzada la primera bomba en Hiroshima la llamada “Little Boy”, la cual contenía 4.4 toneladas y 64 kilos de uranio y detonó con una potencia de 16 kilotones de Trinitrotolueno (TNT), con una intensidad mayor a mil relámpagos juntos y como consecuencia acabó de manera instantánea con la vida de 70 mil personas y llegando a contabilizarse al final de ese año 140 mil y con efectos secundarios que aún persisten.

La segunda bomba llamada “Fat Man” fue lanzada el día 9 de agosto de ese mismo año sobre la ciudad de Nagasaki, la cual no era el blanco trazado originalmente, éste lo era Kyoto, pero en esta ciudad se encontraba el centro religioso y cultural más importante de Japón, y por falta de gasolina para llegar a la ciudad que en segunda instancia era el blanco, fue que decidieron lanzarla en Nagasaki, explotando con una energía de aproximadamente 20 kilotones de (TNT) y causando la muerte de entre 60,mil y 70,mil personas.

Como podemos ver, el impacto humanitario fue inmediato y catastrófico, pues no solo murieron miles de personas de manera instantánea, sino que los sobrevivientes, que fueron conocidos como “hibakusha” (en japonés “persona bombardeada”) sufrieron secuelas físicas y emocionales durante toda su vida, incluso a sus descendientes, lo cual dejó una cicatriz en la historia no sólo de la cultura japonesa, sino también del mundo.

Dicho impacto, a nivel mundial tuvo planteamientos tanto éticos como morales relacionados con los derechos humanos, pues la magnitud de las consecuencias causadas por estas bombas, reveló la necesidad urgente de proteger a las poblaciones civiles en tiempos de guerra, además de que se cuestionó la justificación del uso de armas nucleares.

El derecho humano que se vio más afectado, fue el derecho a la vida, pues como ya sabemos se cobraron miles de vidas en la explosión de ambas bombas; sin embargo no fue el único, pues no fue lo único que se perdió, también  la dignidad humana fue fuertemente vulnerada, pues los sobrevivientes o hibakusha, no solo sufrieron físicamente los efectos de los bombardeos, sino que también se vieron afectados emocionalmente, pues soportaron cicatrices permanentes, enfermedades relacionadas con la radiación y la carga psicológica de haber experimentado un horror inimaginable.

A raíz de estos acontecimientos se crea la Carta de las Naciones y en octubre de 1945 nacen las Naciones Unidas, cuyo nacimiento fue un paso fundamental hacia el objetivo para regular las soluciones pacíficas en los conflictos internacionales, pues surge un compromiso por mantener la paz y seguridad mundiales, evitar la guerra y promover los derechos humanos. Además se firmaron muchos documentos relacionados con la paz mundial y el desarme en conflictos internacionales, entre los más importantes el tratado de Ginebra pero en particular, con respecto a la limitación de la proliferación nuclear y la promoción del desarme, que fue el Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP), que fue adoptado en 1968, dicho tratado buscó evitar la propagación de armas nucleares y fomentar la cooperación internacional en el uso pacífico de la energía nuclear, además que ha sido una piedra angular en los esfuerzos por controlar y reducir el armamento nuclear del mundo.  

El reconocimiento de los efectos humanitarios catastróficos del uso de armas nucleares llevó a la adopción en 2017 del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, el cual prohíbe el desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento y uso de armas nucleares, así como la amenaza de su uso.

La catástrofe ocurrida en Hiroshima y Nagasaki a raíz estos bombardeos, fue un punto de quiebre que impulso a la humanidad a considerar las consecuencias desastrosas de las armas nucleares en los derechos humanos, pero sobre todo la vida misma.

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