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Navegando por las calles: entre baches y bacheo

La semana pasada, después de unas lluvias no muy intensas, se dejó entrever una problemática que ha aquejado a nuestro municipio capital desde hace décadas: las pésimas calles llenas de baches. Esto se debe a que se «reparan» mediante un bacheo superficial. El inconveniente radica en que se invierte más en remediar que en la duración de esa reparación superficial. Basta con el paso de vehículos pesados o simplemente un par de días de lluvia para dejar al descubierto los baches que abundan por toda la ciudad.

Aceptando que disto mucho de ser un colega experto en bacheo o contar con estudios de urbanismo o ingeniera civil que me permitan dar una opinión técnica sobre esa condición frecuente de nuestras calles. Me di a la tarea de recabar y resumir información de múltiples especialistas sobre lo que es el bacheo superficial y profundo, su objetivo y en que consiste.

El bacheo superficial es una técnica empleada para reparar baches, es decir, las desintegraciones parciales del pavimento que forman huecos. Estos baches suelen originarse por mezclas mal dosificadas o compactación insuficiente. Esta actividad es ampliamente difundida en la conservación de pavimentos flexibles. Consiste en reparar los baches y reemplazar áreas del pavimento deterioradas, siempre y cuando solo afecten a la carpeta asfáltica y las demás capas de suelo estén en buenas condiciones.

El propósito del bacheo superficial es restaurar las condiciones del pavimento para permitir una circulación vehicular segura, cómoda, rápida y económica, al mismo tiempo que se busca minimizar o retrasar la formación de daños más graves. Es fundamental llevar a cabo esta actividad en el menor tiempo posible una vez que los baches sean visibles en el pavimento, lo cual requiere inspecciones constantes de la calzada para detectar su presencia de manera oportuna. Se debe prestar especial atención antes de las estaciones o períodos de lluvia.

El bacheo superficial y profundo implica la reparación de áreas deterioradas y zonas blandas del pavimento, utilizando equipo liviano y/o manual y material de cantera o préstamo. Es crucial abordar los deterioros tan pronto como se detecten, asegurando que el área esté seca y libre de materiales extraños, y garantizando una compactación adecuada.

Es para flipar ver cómo se utiliza el recurso público para reparar constantemente las calles. No habían pasado ni siquiera 40 días desde que el Ayuntamiento de Aguascalientes anunciara un plan de bacheo, cuando la semana pasada volvían a anunciar otro. Además del dinero que se «invierte» en estas obras, hay una gran problemática para nosotros, los ciudadanos, que tenemos que lidiar con los inconvenientes de estas reparaciones. Lo único positivo es que en algunas zonas están realizando los trabajos durante la noche. Sin embargo, surge la pregunta de muchas voces: ¿por qué no hicieron lo mismo en el bacheo anterior? ¿Por qué no evitaron molestar a los ciudadanos durante el día?

El persistente problema del bacheo refleja no solo una cuestión de recursos, sino también de consideración hacia los ciudadanos. Cada vez que se anuncia una nueva ronda de reparaciones de baches, se evidencia la urgente necesidad de inversiones más eficientes y planificadas en el mantenimiento de nuestras calles. Pero además del gasto de recursos públicos, lo que realmente afecta a la comunidad es el impacto diario de obra pública en nuestras vidas.

Molaría que las autoridades no solo gestionen eficientemente los recursos disponibles para el mantenimiento de las calles, sino que también consideren explorar nuevas formas y técnicas que permitan faenas con eficiencia y durabilidad de lo currado. El problema parece persistir en seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes. Se continúa utilizando la misma técnica de bacheo, a pesar de que está demostrado que no es útil o que está siendo mal implementada. Es crucial adoptar medidas para asegurar una convivencia armónica entre la necesidad de mantenimiento vial y el bienestar de la comunidad.

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