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¿Qué te hace feliz?

Actualmente vivimos en una sociedad que, por un lado, se ha ligado al consumismo como el medio que otorga la felicidad. Sin embargo, esta solo se traduce en efímeros momentos, propiciando una adicción por conseguir más y más cosas materiales que permitan mantener esa sensación de felicidad. Desde luego, esto va acompañado de mercancías con publicidad que muestran sonrisas y promesas de mayor felicidad en la adquisición de un producto nuevo.

Por otro lado, encontramos una sociedad individualista e inmersa en mensajes «emocionales» que enfatizan que merecemos todo y, como tal, debemos conocer lo que los demás tienen que ofrecer para hacernos felices. Pero, sobre todo, debemos ser felices a toda costa según los parámetros de «aquellos que saben o han conseguido ser felices». Estas demostraciones quedan palpables en las redes sociales mediante publicaciones que muestran lo felices que son a través de viajes, frases de superación, fiestas, amigos, etc., lo que ocasiona en muchos cierta frustración al suponer que eso es la felicidad y no haberla alcanzado.

La definición que nos concede la Real Academia Española de la felicidad es, el «estado de grata satisfacción espiritual y física», pero no considera cómo se alcanza. Por lo tanto, recurriremos a dos grandes pensadores griegos: para Aristóteles, la felicidad es el fin que busca todo ser humano. En su libro Ética a Nicómaco, considera que, para alcanzar la verdadera felicidad, el ser humano necesita basar su vida en acciones virtuosas, sustentadas en el pensamiento, la justicia y la razón. Para Sócrates, la felicidad es el último bien del hombre y se logra con la práctica de la virtud. No se trata de la felicidad lograda a través de placeres sensibles y fugaces, sino de aquella serena y estable que proviene de la contemplación de la verdad y que se logra con la práctica de la virtud.

Bajo estas dos últimas definiciones, parecería muy complejo alcanzarla, considerando la serie de acciones que se deben realizar.

Con el paso del tiempo, parece haberse alcanzado un consenso al considerar que la felicidad está ligada a la apreciación personal y que su carácter subjetivo varía según la condición social, la edad, el grado de cultura y la propia realización social. La subjetividad de cada persona crea su ideal de felicidad, como resultado de una construcción social y cultural.

Si identificar la felicidad es complejo, medirla lo es aún más, debido a la gran carga subjetiva que conlleva. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), a través del Módulo Básico de Bienestar Autorreportado (BIARE Básico) *, presenta algunos resultados relacionados con los estados de ánimo, lo que permite acercarse a la comprensión de la felicidad, la cual algunos autores consideran una disposición anímica.

Es importante tener presente que la medición del bienestar subjetivo se basa en la valoración que otorgan las personas a tres aspectos de su bienestar:

  • balance anímico, que explora la prevalencia de estados de ánimo, tanto positivos como negativos, durante el día anterior a la entrevista;

En cuanto a los cinco balances específicos, todos resultaron con valores positivos, y cuatro de ellos aumentaron respecto a 2023. El único balance que mantuvo el mismo nivel que el año anterior fue el de sentirse enfocado frente a sentirse aburrido o sin interés en lo que se hace. El balance anímico con la menor calificación fue el de sentirse con vitalidad frente a sentirse sin vitalidad.

  • satisfacción con la vida en general y con ámbitos específicos de la misma, denominados «dominios de satisfacción»

Los dominios con promedios por debajo de la satisfacción con la vida en general fueron: nivel de vida, vecindario, tiempo libre, ciudad, país y seguridad ciudadana. El nivel de vida presentó un promedio de 8.3. El tiempo libre fue el ámbito personal con menor nivel de satisfacción, con una calificación promedio de 7.9. En el ámbito público, la seguridad ciudadana fue el de menor calificación (5.4), mientras que el nivel de satisfacción con el país fue de 7.4. La satisfacción con la ciudad en la que se habita recibió una calificación de 7.6 y el vecindario, 8.0.

  • eudemonía o bienestar espiritual, que se observa en el acuerdo que muestran las personas con enunciados que denotan fortaleza y sentido de vida.

De los nueve enunciados de valencia positiva, uno incrementó («soy optimista con respecto a mi futuro»), siete se mantuvieron y uno disminuyó («soy una persona afortunada»). El único enunciado de valencia negativa, «cuando algo me hace sentir mal, me cuesta volver a la normalidad», tuvo un promedio de identificación de 4.3, igual que en enero del año anterior.

Al final, no existe un consenso sobre cómo considerar a la felicidad. Independientemente de cómo se estudie, para algunos es un sentimiento, una emoción, un estado mental o incluso una disposición anímica. Parece ser una condición esencialmente subjetiva, ya que no todas las personas comparten la misma forma de alcanzarla, ya sea en momentos específicos o de manera continua. Todo indica que la felicidad surge de contextos individuales que le dan un significado relacionado con sentirse contento y/o satisfecho con el momento de la vida que se esté viviendo.

En lo particular, he comprendido con el paso del tiempo que la felicidad se forma y se disfruta con muchas o pocas cosas, con pocos o múltiples momentos, con o sin personas. Es decir, no existen fórmulas únicas; depende de uno mismo construir esa condición y disfrutarla como venga, pero, sobre todo, no basarla en alguien o algo.

* http://biblioteca.clacso.edu.ar/Nicaragua/cielac-upoli/20170831085453/Socrates-y-la-actitud-filosofica.pdf

** https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2024/biare/biare2024_Ene.pdf

Bibliografía

González-Anleo, Juan María, ¿Es feliz el hombre de hoy? Sociología de la felicidad.

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