Sobre una sinuosa y angosta carretera de dos vías, sin acotamiento y rodeada de vegetación los neumáticos de esta camioneta Toyota, con más de 10 años de antigüedad, rechinan sobre el asfalto caliente. He decido desafiar la lógica y me traslado en un auto prestado de Panajachel a Santa Catalina Palopó. Mi anfitriona me ha dado indicaciones claras de cómo llegar y que debería hacer, pero olvidó comentarme que la tercera velocidad de este coche manual no sirve. Así que, haciendo ruidos como un camionero, logro durante 15 min hacer cambios abruptos que me permiten llegar a mi destino. Confieso que, a la sazón del peligro, me siento aventurera y valiente por ese cuarto de hora.
Cuando llego a santa catalina, visito los principales sitios que me han recomendado, pero más allá, al fondo de la calle principal, descubro el mejor atractivo: el Cerro del Oro, inspiración del autor francés Antoine de Saint-Exupéry para imaginar al elefante devorado por una boa, situado alrededor del famoso lago “Atitlán”.
Si algo bien sabia Antoine, era que de niños entendíamos mejor. No sé si el contagio del relato y la narrativa, tan anterior a nuestros tiempos, nos permitía crear figuras más frescas con una imaginación nata. Un cuento no solo nos ofrece una moraleja, sino también una visión de los tiempos y una interpretación de la realidad. Quizás hemos olvidado como contar cuentos, pero nunca nos hemos deshecho por completo de recibir estos mensajes a través de la narración. Está tan profundamente arraigado en nosotros que exploramos y nos exaltamos con historias, incluso digitales, con buena dicción y énfasis emocionantes en algunas partes claves del relato.
Por eso he decidido comenzar con un nuevo segmento de historias para quienes. en la modernidad, alcanzamos a percibir la esencia del cuento con nuevos elementos. He decido empezar a contar Cuentos cortos para niños grandes… ¡comenzamos!.
La moderna Psique, una historia de amor
Tocada a su costado izquierdo por la luz de la ventana yace Psique, sostenida por el abrazo de Eros. Esta pieza de mármol, creada por Canova e inspirada en el cuento de Apuleyo, narra la bella historia del amor y su alma y se encuentra en la sala 4 del Departamento de Esculturas del Louvre. En dicho cuento, el autor argelino nos relata cómo Venus, envidiosa de la belleza de la mortal Psique, ordena a Eros (su hijo Cupido) la tarea de flecharla al hombre más feo y vil sobre la tierra. Pero Eros, aun siendo un Dios, no puede resistirse a la doncella, y al mirarla, la flecha del amor automutila su cuerpo.
Embelesado por Psique, la esconde de la furia de su madre, y con la condición única de no mirarle nunca el rostro, ambos jóvenes viven su amor. Sin embargo, la curiosidad de Psique la incita a mirarle una noche y él, decepcionado de la ruptura de su pacto, desaparece. F A T A L I D A D… Ella, condenada a buscarle, llega a los altares de Venus para pedirle el paradero de su amado. La diosa, en respuesta, la condiciona a imposibles tareas para revelar la ubicación de Eros, comenzando así la verdadera redención del alma en busca del amor.
La tarde en que conocí a mi Psique, ella estaba sentada en una silla en el restaurante donde nos presentarían. Lo primero que sobresalía eran sus lindos ojos color miel. Me miró, me sonrió y pasamos un rato de lo más agradable; congeniamos rápidamente. Todo en ella era de una gentileza desbordante.
Amorosa, la moderna Psique entrecierra sus ojos al compás de la risa mientras baja la cabeza para esbozar grandes carcajadas. Sus hijos y esposo apenas pronuncian frases y recuerdos distinguibles para los presentes, pero ella ríe con alcance, transmitiéndome esta sensación de felicidad que obtiene de solo ver a los demás felices. Me mira y comprendo que debemos burlarnos de los bufones en escena, una complicidad que hemos desarrollado con los años. Yo se hablar, y ella es de las mejores oyentes que conozco, siempre dispuesta a escuchar opiniones, aventuras y disgustos. Le correspondo al grito de “unamos nuestras fuerzas”. En este gran equipo somos muchos, pero sé que, si protejo a mi matriarca, ella protege a todos los demás, y bajo su manto me siento fuerte. Sus actos de amor han sido, desde el día uno, impulso para la gente a su alrededor, y al igual que la “novela” romana, sus luchas nos inspirarán por siempre.
Las tareas que Venus impuso a Psique fueron, separar granos incontables, recolectar la dorada lana de carneros salvajes, transportar agua sin derramarla y aventurarse al inframundo para perdurar en belleza. Psique superó cada tarea, excepto la última, que la sumió en un sueño eterno del que es despertada con el beso de amor de Eros. Con la bendición de los dioses, quienes admiraron la valentía de la doncella, Psique fue inmortalizada y aceptada en el Olimpo.
Un día, como suele sucederle a los mortales, mi moderna Psique enfermó. Comenzó con algo sutil, y como si la misma Venus lo hubiera planeado, sus desventuras iniciaron. Cada prueba fue superada, y aunque algunas veces su espíritu se quebró, su fortaleza nos mantenía esperanzados ¿Y qué la sostenía a ella? El Amor. Ambas Psiques nos han demostrado que la verdadera lucha comienza cuando se nos presentan retos, pero con suficiente amor, la metamorfosis de nosotros mismos nos lleva a la inmortalidad.
Siempre me pareció adecuado que la traducción de “Psique” al castellano fuera “alma” y que está siempre sea representada junto a Eros. Porque el amor siempre va acompañado del alma, y el alma siempre busca el amor. No es casualidad que la moderna Psique se llamara Alma, a quien celebro por su amor, fuerza y valentía y que inmortal sobrevive en quienes la conocimos. Pues ella ya habita en el Olimpo.
Que hermoso homenaje a nuestra querida Alma quien vive en cada Ser al que ella tocó con su luz. Saber honrar Su caminar y aprender de su enorme guía para ser mejores, ser más amorosos, más generosos, más honestos… Más.
Gracias Nea por estás letras de gratitud y amor a quien fue Luz en tu caminar.
Genial 💕💫
Gracias por expresar tan nobles sentimientos e inspiración para un ser que más allá de su existencia terrenal vivirá eternamente en nuestros corazones, me encantó, como «Ella» decía gracias hermosa,