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¿Apóyenme o apoyemos?

Me llamó la atención una publicación en una red social relacionada con la adopción de perros, especialmente porque reflejaba cierta desesperación y molestia debido a la falta de apoyo por parte de los integrantes de esa red. En resumen, la persona expresaba su cansancio por hacer publicaciones frecuentes que pocos o nadie compartía en su muro para difundirlas. Además, reflexionaba con impaciencia y cuestionaba el propósito de tener seguidores si no estaban dispuestos a compartir o ayudar.

La cohesión social se refiere al grado de integración de la ciudadanía en su comunidad. Por lo tanto, cuanto más unida, asociada y cohesionada esté una sociedad, se puede inferir que habrá una convivencia solidaria entre sus integrantes y la promoción de intereses comunes o beneficios para todos.

Un nivel alto de cohesión social permite a sus integrantes generar una conciencia incluyente con un devenir comunitario. Esto implica que los problemas, propuestas, apoyos y eventos de la comunidad se perciban no como sucesos aislados o ajenos, sino como un algo que afecta a todos.

Los niveles de cohesión se refieren a cuán unidos, integrados, fraternos y solidarios estamos entre nosotros. Representan nuestro deseo de convivir y nuestra disposición para colaborar en la consecución de objetivos y proyectos colectivos. La cohesión es esencial para el desarrollo de comunidades fuertes y funcionales, ya que promueve la colaboración, el apoyo mutuo y la creación de relaciones duraderas.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que los proyectos personales y colectivos requieren que los individuos sean permeables a una estructura sistémica. A menudo encontramos particulares y grupos sociales inconsistentes entre las aspiraciones y los canales de realización, lo que puede generar frustración y molestia ante la falta de redes y lazos de confianza recíproca.

Es fundamental vislumbrar que “tanto la sociología comprensiva (Weber, 1922; Schütz, 1972 y 1974) como el interaccionismo simbólico (Mead, 1973; Blumer, 1982; Goffman, 1997) parten de la concepción de un individuo que interviene en un mundo compartido con otros, para luego procurar una aproximación cualitativa y singular de los problemas relativos al significado que afloran en el desarrollo de la acción”. *

Vivimos en un mundo digital inmerso en las redes sociales, lo que nos lleva a suponer que un mensaje llegará a un amplio público de forma inmediata. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH),** se estimó que en 2022, en México, había 93.1 millones de personas usuarias de internet, lo que representó 78.6% de la población de seis años o más. Además, el acceso a las redes sociales fue uno de los principales usos de internet, con un 90.6%. Asimismo, 78.6% de los usuarios de teléfonos inteligentes utilizó estos dispositivos para acceder a las redes sociales. Esta información nos permite inferir que las redes sociales son herramientas ideales para transmitir un mensaje a cualquier persona o grupo.

La cimentación o fortalecimiento de la cohesión social representa una de las principales dificultades de las sociedades contemporáneas. El problema fundamental radica en cómo los individuos, las colectividades y la sociedad en su conjunto deberían actuar en un entorno permanentemente adaptativo y abierto.

Es fundamental que tanto lo individual como lo colectivo desarrollen una memoria común. Sin esta memoria compartida, la relación entre la acción individual y colectiva no generará la cohesión social necesaria para fomentar redes sociales positivas y favorecedoras.

Al pasar los días, la persona que publicó sobre la adopción de los perros y recibió escaso o nulo apoyo en la red social tuvo una respuesta:

“Es hermoso cuando alguien te culpa por algo sobre lo que no eres responsable.

O sea, esta chida su labor y se agradece, pero es algo que hace por voluntad propia, que nadie le obligó. Hasta ahí está bien, el lío es cuándo busca repartir responsabilidades y obligarte a sentir que la estás cajeteando.”

En muchas situaciones, distintas al caso que describo, las personas o colectivos tienden a enfocarse en brindar apoyo y solidaridad únicamente cuando se trata de necesidades particulares, mostrando un menosprecio hacia las necesidades colectivas. En pocas palabras, es en momentos de necesidad cuando nos damos cuenta de lo difícil que resulta obtener apoyo.

El hecho de que alguien vea o se detenga en un mensaje, nota, petición, reclamo o denuncia no garantiza que lo leerá, prestará atención o le dará importancia. A menos que desarrollemos una conciencia colectiva, los esfuerzos individuales se diluirán en el mar de necesidades y demandas singulares.

* Lorenc Valcarce. Federico. 2014. Émile Durkheim y la teoría sociológica de la acción. Andamios vol.11 no.26. Ciudad de México.

** https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2023/ENDUTIH/ENDUTIH_22.pdf

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