Después del atrevimiento de la torre de Babel, los cuentacuentos de las mil y una noches y las tradiciones orales ancestrales, hubo alguien que soberbiamente aspiró a más, se crearon letras y abecedarios que nos permitieron mundanamente la palabra escrita.
En los muros milenarios de las ruinas de Kom Ombo, en Egipto, el guía nos explica una a una las imágenes. Se comenzó tallando cosas simples, formas humanas y figuras de animales para que, con el poder de la interpretación, la escena representara pasajes de la cotidianidad de esta sociedad antigua. En el templo de la isla de Philae, sobre piedra muy desgastada, el mismo guía señala un texto en egipcio demótico, idioma de los inicios del antiguo Egipto, cuyo uso se fue perdiendo hasta el 400 D.C. Habíamos pasado de imágenes o dibujos a textos bien realizados sobre economía, ciencia y religión. De no haber sido por el descubrimiento fortuito de la piedra Rosetta por parte del ejército de Napoleón en 1799, códices, papiros y escritura en templos del misterioso Egipto hubieran sido imposibles de descifrar, su historia podría haber sido malinterpretada y las realidades que damos por certezas hoy serian solo suposiciones.
El poder de la pluma y papel, o incluso antes de eso, tinta y papiro, alcanza no sólo lo tangible sino también lo sustancialmente imaginario. Página a página voy terminando la lectura del día, tengo sólo once años pero amo a esta “nueva” escritora que me presentó mi mamá, Agatha Christie. Narra con excelente elocuencia una serie de eventos que generalmente terminan en muerte, no soy un genio pero me ha despertado ávidamente la imaginación y esbozo conjeturas rápidas y detectivescas en cada capítulo que termino, a la fecha me emociono cuando una buena ventisca hace ulular las hojas de los árboles a la luz de la luna, pues me transporta a mi escena favorita de uno de mis libros favoritos de esta autora. Porque el poder de la palabra escrita nos permite ser, o no ser, pero más allá de eso, nos da la posibilidad de jugar con lo finito, cuando plasmas en papel, o ahora mismo en espacios digitales, una pizca de tu asombro, tu recuerdo o tu imaginación.
Es así como interrumpo mi “Oda a América Central” por el noble motivo de celebrar el primer aniversario de Voces, un espacio de comunicación, de información y de opinión. Gracias por que en un mundo donde las opiniones e historias saturan nuestro día a día, aún hay locos que gustan de escribir y aún hay cuerdos que gustan de leernos.