En la actualidad, desplazarse en vehículo por las calles y avenidas del municipio capital resulta sumamente complicado. A pesar de la idea de tener supuestamente un «flujo continuo» en la Avenida Aguascalientes, la realidad es significativamente muy diferente. En vialidades principales, se pueden observar semáforos que aparentemente deberían estar sincronizados, sin embargo, en muchas ocasiones esto no ocurre. Además, es evidente la presencia de semáforos activados en avenidas donde su funcionamiento carece de lógica, generando así congestiones de tráfico. Incluso, existen zonas en las cuales los embotellamientos son la norma y avanzar resulta una tarea que demanda una considerable cantidad de tiempo.
A lo largo de la historia, el semáforo se ha establecido como una señalización que ha tenido un impacto significativo en la mejora de la seguridad vial en todo el mundo. El ingeniero ferroviario británico John Peake Knight fue un pionero en 1868 al instalar el primer dispositivo de este tipo, que se ubicó frente al Parlamento en Londres. Este dispositivo consistía en una base de lámparas de gas para su funcionamiento durante la noche, con dos brazos laterales que indicaban alto o siga y operaban de manera manual.
En 1914, en la ciudad de Cleveland, Ohio, un oficial de policía estadounidense diseñó aparentemente el primer semáforo eléctrico. La innovación radicada en la incorporación de las luces rojas y verdes, acompañadas de un zumbido que avisaba del cambio. Fue en 1923 cuando Garret Morgan patentó esta invención, añadiendo una luz amarilla como tercera posición. En México, en 1932, se puso en funcionamiento el primer semáforo en el cruce de la Avenida Juárez y San Juan de Letrán. Este semáforo era de naturaleza eléctrica y su operación era manual, siendo controlado por un agente de tránsito.
Con el aumento exponencial del volumen de tráfico se incrementa el número de intersecciones reguladas por semáforos, lo que hace necesaria una sincronización, tanto más precisa cuanto más cercana a la saturación se encuentre la arteria puesto que, en estos casos, pequeños errores de cálculo conducirían al bloqueo de la misma con el consiguiente aumento desmesurado de los tiempos de recorrido*.
¿En qué consiste la sincronización? En programar el encendido de las luces verdes de los semáforos de tal forma que los vehículos puedan atravesar una vía, de extremo a extremo, a una velocidad constante y sin detenerse, procurando que las interrupciones generadas por la luz roja sean mínimas. Es una de las formas más eficientes de reducir demoras, consumo de combustible, contaminación y accidentes**.
Sin embargo, cuando la sincronía es deficiente, se generan embotellamientos, un aumento de combustible y un incremento en la contaminación. En el caso de Aguascalientes, las autoridades afirman que la velocidad óptima para mantener un flujo continuo es de 50 kilómetros por hora. No obstante, cualquier conductor de vehículo puede constatar que en un día normal esta condición raramente se cumple, incluso si es temprano, como a las 5 a.m., momento en que aun así se evidencia la falta de sincronización. Este problema resulta en la congestión cada vez más notable de determinadas calles y avenidas en el municipio capital, contribuyendo a un aumento en los niveles de contaminación.
Y carajo, no podemos pasar por alto que el tan mencionando y renombrado “flujo continuo” en la Avenida Aguascalientes ha mutado, en muchos tramos, en un “flujo lento y complicado”, debido a la gran cantidad de vehículos que optan por transitar por esta ruta. Esto lleva a que las personas se vean obligadas a ajustar su ruta y en lugar de encontrar opciones viables, se topan con semáforos descoordinados.
Un caso particular se presenta en el bulevar San Marcos, donde se ubican dos semáforos que, hasta hace un par de meses, permanecían desactivados, excepto en las ocasiones en las que los eventos en las instalaciones de la Isla San Marcos motivan su activación para facilitar la circulación. Sin embargo, parece que las autoridades olvidan desactivar estos semáforos, lo que resulta en que el gran flujo de vehículos que circula deba detenerse innecesariamente, un coñazo, esperando a que pasen apenas dos o tres vehículos en el mejor de los casos. Es relevante señalar que el bulevar experimenta momentos de alta congestión vehicular.
La población es plenamente consciente de la relevancia de los semáforos y reconoce que su ausencia resultaría en una tasa de accidentes viales aún mayor. No obstante, el desafío de una sincronización deficiente es un problema que los conductores hemos venido experimentando desde hace varios años. En ocasiones, da la impresión de que las autoridades estatales y municipales, junto con sus diputados y regidores, están desconectados de las realidades cotidianas, sin tener en cuenta las consecuencias que una movilidad deficiente puede acarrear, en especial el impacto que sufre el medio ambiente.
*Díaz et al., 2002.
**Bezerra, 2007; Koonce et al., 2008