El huracán Otis. La devastación. La incomunicación. Los damnificados. Las muertes. La rapiña. Las donaciones. La respuesta gubernamental. Acapulco.
La semana pasada Otis tocó tierra en Acapulco como ciclón de categoría 5. Por las redes sociales y medios de comunicación se difundieron videos sobre cómo se vivió este hecho. Horas después, los primeros reportajes y las imágenes de los destrozos provocados comenzaron a ser transmitidos.
Con el transcurso de los días fueron diseminadas publicaciones en las que se repetía la advertencia del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos con el cuestionamiento hacia la falta de atención por parte de las autoridades mexicanas. ¿Es posible pronosticar cada evento climático? ¿Se puede prever el impacto que tendrán? ¿Los resultados de los modelos para medirlos serán hechos a tiempo?
Las tecnologías más sofisticadas, así como los modelos más precisos pueden generar mediciones que ayuden a predecir los fenómenos climáticos, su duración, zona de impacto y efectos; sin embargo, estos pueden fallar. Además, la respuesta, planeación, previsión y despliegue gubernamental como la distribución de recursos financieros, materiales y humanos podría llegar tarde.
Para evitar la movilización en masa de recursos y como forma previsoria para la atención a emergencias y/o desastres naturales existen las unidades de Protección Civil. A nivel estatal, el Censo Nacional de Gobiernos Estatales (CNGE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cuenta con un módulo especializado en recabar información sobre las unidades de Protección Civil de las entidades federativas. Este inicia preguntando sobre la existencia de planes o programas de protección civil, planes de emergencia o contingencia. En su última edición, 2023, el CNGE registró que 21 entidades contaron con planes o programas de protección civil y 16, tenían un plan de emergencia o contingencia. Para la atención de eventos y/o periodos festivos, 28 entidades tuvieron un plan o programa para la temporada de lluvias y ciclones tropicales. A nivel nacional, fueron anotados 6 839 albergues o refugios temporales; en Guerrero se ubicaron 651.
Otro elemento relevante para la prevención y atención de emergencias provocadas por desastres naturales es la existencia de un atlas de riesgo que, según el CNGE, es definido como el
[…] sistema integral de información que permite establecer bases de datos y realizar el análisis del peligro, de la vulnerabilidad y del riesgo ante desastres a escala nacional, regional, estatal y municipal. Su objetivo es generar mapas y sistemas geográficos de información, a partir de los cuales se puedan simular escenarios de desastres, emitir recomendaciones y establecer medidas de prevención y mitigación efectivas.*
En 28 entidades contaron con un atlas, Baja California Sur y Sinaloa reportaron no tenerlo, mientras que Guerrero y San Luis Potosí lo registraron como en proceso de integración. Sobre la existencia de sistemas de alerta temprana, 13 entidades tuvieron para sismos, 3 para tsunamis, 5 para erupciones volcánicas y 17 para ciclones tropicales; para estos últimos, Baja California y Michoacán, siendo estados con costa, no contaron con sistema de alertamiento.
El desarrollo y avance tecnológico para pronosticar la llegada e intensidad de algún fenómeno meteorológico han progresado; sin embargo, como sucedió con Otis, a pesar de las mediciones, la fuerza y destrucción de los desastres naturales pueden cambiar sin que sea posible anticiparse o sin que haya tiempo suficiente para alertar, por lo que contar con capacidades de prevención, identificaciones de zonas y poblaciones vulnerables y con planes de reacción son necesarios.
* Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (s/f). Glosario. Org.mx. Recuperado el 28 de octubre de 2023, de https://www.inegi.org.mx/app/glosario/default.html?p=CNGE2023