Sobre roca lisa del río Pacuare, observando su fuerte corriente de agua, noto a la nostalgia escurrirse discretamente por mis mejillas. A pocos días de mi despedida de Costa Rica había hecho el camino hacia Turrialba y me había adentrado en tierra indígena cabécar con el propósito de darle el adiós a suelo tico.
Fila, un profesor indígena *cabécar de historia, me invita un café en su casa y, mientras me ofrecen comida y antojos, me relata, a modo de cátedra, la creación del universo en la cosmovisión cabécar. Cuando solo existía la obscuridad que gobernaba el todo, nació *Sibu, quien creo a la humanidad mediante semillas de maíz, indígenas y *sikwas (no indígenas), él mismo los instruyó en todas las artes y actividades y transformó a “Iriria” (la niña tierra) en un ente capaz de sostener toda la vida creada para sus semillas. Para realizar la ceremonia de inauguración de este mundo, reunió a todos los seres y les dijo: “¡Oigan, mis visitantes, ha amanecido!”
Mi aprendizaje aún no termina, pero el sol cae anunciando que debo apresurar mi regreso. Fila me acompaña al pie del camino, me da las últimas indicaciones y se despide de mí alegremente. Comienzo el trayecto, mis ojos no pueden dejar de percibir todos los dioses cabécar que me rodean, una bruma se posa sobre la montaña, la amenaza de lluvia no me asusta, si Sibu creó todo esto para sobrevivir, solo me queda pedirle clemencia a los elementos para llegar a casa; y avanzo lenta, pensativa, como queriendo detener estos últimos momentos de mi en tierra verde.
¡Amaneció, ¡qué bien!, y así Sibu iluminó al mundo
Se equivocaron, la historia, rodeada de un sin fin de errores, había traído a Colón a nuevo continente y mantuvo el descaro de errar pensando que había llegado a la India. El oro, que tanto ambicionaba el imperio español, los hizo creer que estas costas rebosan de él, error que más tarde se arreglaría, pero dejaba de por medio el nombre de Costa Rica a esta tierra fértil. Habiendo saqueado montañas en busca de metales, enfrentamos los nuevos retos del siglo XXI sabiendo que la riqueza no se encuentra más en la metalurgia sino en los recursos básicos de la naturaleza y es por eso que al más sureño de los países de Centroamérica, el calificativo de “rico” no le queda corto, pues es rico en sus costas, en sus montañas y en sus suelos.
San José, ejemplo del azar de Costa Rica, no fue en años coloniales más que una ermita católica. Hoy, convertido en el gran chepe y capital del país, no deja de sorprender por su terriblemente trazada urbanización, su bello Teatro Nacional, su imponente Parque La Sabana y su historia rebelde ante la corona española. Su siempre conservador rival, la primer capital del país, Cartago, es sede de una de las mayores procesiones de fe católica del continente, su basílica edificada con materiales preciosos de la zona crea una atmósfera cálida y bella con la luz que se cuela por sus cúpulas de madera, una virgen “chiquita de piedra” provoca amor y cuidado cuando muchos de nosotros alabamos a la “negrita”; en las cercanías de la provincia, volcanes de encendido recuerdo y vivo interior nos recuerdan el porqué del accidentado de su topografía, pues con gigantes como el volcán Irazú y volcán Turrialba, la tierra no puede ser llana.
Desde bosques nubosos, cafetales infinitos y largas costas de límpido mar, Costa Rica tiene para ofrecer un manjar a los sentidos. Puntarenas, Guanacaste y Limón, son *provincias costarricenses donde encontrar belleza marítima es tarea fácil. Lo descubrí tarde, quizás inmersa en comodidades rutinarias de hoteles a la orilla del mar, desconocía la interesante tarea de un día de playa, escoger árbol y sombra, tender un trozo de tela sobre la arena y desconectarte, lo más posible, de un mundo hecho para “complacernos”. Sumergida en aguas puntarenenses, mirando hacia el mar la ansiedad se puede apoderar de mi nerviosismo, pero cuando veo costa, la ruta subvalorada del mar a la tierra, disfruto, en vez de encontrar concreto, la vista de montañas, palmeras, fauna, bañistas, y todo la naturaleza que se encuentra en tierra firme. Guanacaste, estado norteño con locales a caballo, ganadería, *coyol y gritos peculiares, estereotipos, regionalismo y osadía. Limón, puerto, conquista y sitio de gran mestizaje, esta pequeña jamaiquita, expira reggae, caribe y sazón, un calipso suena en el muelle, un hombre rasta agita maracas y otro chico mulato golpea tambores a la par que pronuncia en creole la lírica de la canción. Puerto viejo preserva casitas de madera de colores pintorescos mientras que el olor de pan, especias y cannabis se mete en el recuerdo de una costa, negra, mestiza y rica.
Entre mis lugares favoritos está aquella montaña de la que me despido a la salida de casa de Fila, aquel río de corriente rápida y sonora a la que mis lágrimas se unen, aquel camino de Turrialba que me representa como gigante sobre un mapa de relieve, una corta vista a la ciudad de las brumas, Cartago, por donde diviso la bella Basílica de la Virgen de los Ángeles, un perfecto atardecer sobre el alto de Ochomogo, mi camino rutinario a casa, mi angosta calle de Tres Ríos, mi casa con el balcón perfecto donde se respira olor a lluvia, olor a tierra, olor a verde, a donde se escapan esos último rayos rojos del día… y mi siempre agradecimiento a mi segundo hogar, Costa Rica, mi más grande maestro, mi más duro amor.
Esta sikwa no estará para verte por las mañanas, pero amanecerá, porque en la casa de Sibu amanecer es crear y tú naciste para amanecer en todos.
*Cabécar: etnia autóctona de Costa Rica. Se encuentran ubicados en Chirripó, en el Valle del Pacuare, y en la Reserva de Talamanca, entre las provincias de Cartago y Limón, muy similar a la etnia bribri.
*Sibu: Principal deidad talamanqueña, creador de creador de la Derra y del hombre, dios creador de la sabiduría, valores y costumbres indígenas.
*Sikwa: palabra uDlizada para referirse a una persona no indígena en lenguaje bribri y cabécar. *Iriria: niña Derra en lenguaje cabécar, referencia de la naturaleza.
*Provincias: unidad territorial similar a los estados de un país.
*Coyol: bebida elaborada que se extrae de la palma de coyol mediante un proceso de fermentación natural.
*Creole: idioma que conjuga y combina disDntas lenguas de origen africano y europeo, muy usado en el caribe