La semana pasada asistí a una cita programada con un odontólogo a las 11:30 a. m. El consultorio, a través de su asistente, tiene la práctica de confirmar y recordar la cita un día antes mediante un mensaje de texto. Sin embargo, cuando llegué a la hora señalada, estuve en la sala de espera durante treinta minutos. Opté, después de flipar y reflexionar sobre el respeto por mi tiempo, hablar con la señorita de recepción. Mencioné que mi cita estaba programada para media hora antes, a lo que ella respondió: «Pues el doctor está atendiendo a un paciente y hay que esperar a su tiempo». Esta respuesta me impactó; me pregunté cómo podían ser tan insensibles con el tiempo de los demás.
Las personas hemos olvidado que el tiempo es el recurso más valioso del mundo porque no se puede obtener más, no se compra, no se vende, no se traspasa, todos tenemos un tiempo limitado en este universo y, de momento, no sabemos cómo conseguir más tiempo o ser eternos. Hemos normalizado emplear una gran cantidad de minutos haciendo filas, esperando personas, momentos, amores, citas médicas o de trabajo, etc., sin quejarnos solamente aceptar que se vaya el momento. Además, en la mayoría de los casos, ni siquiera obtenemos una disculpa por hacernos perder el tiempo, que por cierto nunca recuperaremos.
De acuerdo con diversos estudios, los seres humanos pasan aproximadamente seis meses de sus vidas esperando en fila por diversas cosas. Esto equivale a aproximadamente tres días al año haciendo cola. Se han utilizado múltiples métodos para evitar que la espera se convierta en desesperación, y se ha demostrado que anunciar en pantallas el tiempo restante para ser atendido (aunque sea una estimación inexacta) resulta eficaz para crear la sensación de que el tiempo transcurre más rápido.
El tiempo que las personas pasan aguardando en salas de espera de consultorios médicos y hospitales también ha sido objeto de estudio. Algunos informes sugieren que las personas pueden pasar entre 20 minutos y más de una hora esperando antes de ser atendidos. Otros estudios han estimado que las personas pasan en promedio varios años de su vida esperando en filas. Por ejemplo, se ha reportado que en Estados Unidos, las personas pueden pasar alrededor de 37 mil horas esperando durante su vida.
Ahora bien, conocer el valor de nuestro tiempo también nos ayudaría a decidir si tomar más trabajo, priorizar a las personas, conversaciones, tareas, momentos, etc. Esto nos permitiría reconocer que es el mayor activo en la economía personal, ya que representa una inversión irrecuperable; así que cada decisión cuenta. Lo ideal es comprender que el tiempo es la columna vertebral que sustenta nuestro espacio. Sin él, no podríamos hacer nada, aunque sea invisible. Aunque todos disponemos del mismo tiempo, sucede que no sabemos cuánto. Ante la importancia del tiempo, tanto el nuestro como el ajeno, se vuelve imprescindible la puntualidad como un elemento vital dentro de nuestras rutinas diarias.
Las personas que permiten malgastar una hora de su tiempo no han descubierto el valor de la vida», decía Charles Darwin. Por lo tanto, la próxima vez que decidas pasar horas frente al televisor o levantarte tarde, es importante reflexionar sobre si realmente eso te proporciona felicidad, considerando que estás renunciando a otras posibles actividades. Todos los individuos, sin excepción, disponemos de tan solo 24 horas al día, durante las
cuales debemos distribuir diversas actividades como comer, dormir, trabajar, divertirnos y descansar. Por lo tanto, resulta un coñaso que otras personas, establecimientos, jefes o trabajos decidan por nosotros. Al final, solo nos queda ser conscientes del valor de nuestro tiempo y decidir en qué deseamos emplearlo para apreciarlo disfrutarlo .
¿Cuánto valdrá tu tiempo cuando seas consciente de que este se acaba?